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Shakira Isabel Mebarak Ripoll nació el 2 de Febrero de 1977 en Colombia. Es hija de una familia de clase media. Sus padres son William Mebarak, de ascendencia libanesa, y Nidia Ripoll, colombiana. Shakira significa “Diosa de la Luz” en hindú y “Mujer llena de Gracia” en árabe.
En 1991 grabó su primer álbum, titulado Magia. Este trabajo no tuvo un gran reconocimiento internacional, pero, en el 2001, la colombiana Shakira sacudió al mundo entero con su álbum titulado Laundry Service del cual se vendieron más de 13 millones de copias y la convirtió en la cantante más exitosa de habla hispana. Su talento artístico único fue exaltado rápidamente y el álbum produjo una cadena de éxitos incluyendo los hits “Whenever, Wherever” y “Underneath Your Clothes”. El primer sencillo de Fijación Oral 1 (álbum en español), titulado “La Tortura”, incluye al
reconocido cantante español Alejandro Sanz.
En su tiempo libre, Shakira dedica mucho de su tiempo a su fundación Pies Descalzos, la cual promueve la educación y ayuda a los niños que han sido víctimas de la violencia en Colombia, y es embajadora de Unicef.
En total, Shakira ha grabado 10 álbumes, el último en el 2017, titulado El Dorado. Actualmente vive con su esposo, el futbolista español Pique y con sus dos hijos. Ha recibido muchos premios y reconocimientos internacionales, entre ellos 15 premios Grammy y Latin Grammy. También ha tenido el honor de cantar tres veces en 2 copas del mundo.
En la parte más alta de la ciudad, sobre una columnita, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz. Estaba toda revestida de madreselva de oro fino, tenía por ojos dos deslumbrantes zafiros y un rubí rojo en el puño de su espada. Por todo lo cual era muy admirada.
Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad, voló durante todo el día y al caer la noche llegó a la ciudad.
– ¿Dónde buscaré un abrigo? -se dijo.
Entonces divisó la estatua sobre la columnita.
-Voy a cobijarme allí -gritó- El sitio es bonito y hay mucho aire fresco.
Se dejó caer precisamente entre los pies del Príncipe Feliz.
-Tengo una habitación dorada -se dijo quedamente, después de mirar en torno suyo.
Y se dispuso a dormir, pero al ir a colocar su cabeza bajo el ala, he aquí que le cayó encima una pesada gota de agua.
– ¡Qué curioso! -exclamó-. No hay una sola nube en el cielo, las estrellas están claras y brillantes, ¡y sin embargo llueve! El clima del norte de Europa es verdaderamente extraño.
Entonces cayó una nueva gota.
– ¿Para qué sirve una estatua si no resguarda de la lluvia? -dijo la Golondrina- Voy a buscar un buen copete de chimenea.
Y se dispuso a volar más lejos. Pero antes de que abriese las alas, cayó una tercera gota. La Golondrina miró hacia arriba y vio… ¡Ah, lo que vio! Los ojos del Príncipe Feliz estaban arrasados de lágrimas, que corrían sobre sus mejillas de oro. Su cara era tan bella a la luz de la luna, que la golondrina se sintió llena de piedad.
– ¿Quién sois? -dijo.
-Soy el Príncipe Feliz.
-Entonces, ¿por qué lloras de ese modo? -preguntó la Golondrina- Me habéis empapado casi.
-Cuando estaba yo vivo y tenía un corazón de hombre -repitió la estatua-, no sabía lo que eran las lágrimas porque vivía en el Palacio de la Despreocupación, en el que no se permite la entrada al dolor. Durante el día jugaba con mis compañeros en el jardín y por la noche bailaba en el gran salón. Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima, pero nunca me preocupó lo que había detrás de ella, pues todo cuanto me rodeaba era hermosísimo. Mis cortesanos me llamaban el Príncipe Feliz y, realmente, era yo feliz, si es que el placer es la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar.
Comer en España es un ritual social de los más importantes que hay: no sólo se come y se comparte la comida, sino lo que se comparte es la vida. Es más: comer solo para un español puede ser una experiencia muy triste. Todo esto se observa especialmente en las costumbres en la mesa.
Primera: “esperar a todos”. No se empieza a comer hasta que se han sentado todos los invitados. Incluso si la comida era a las tres y los últimos en llegar aparecen a las tres y media. Saltarse esta norma es un atentado contra la etiqueta básica en la mesa. Al mismo tiempo es muy importante el horario de las comidas y las cenas: en España se come entre las dos y media y las tres, y está muy mal visto llegar tarde. Las cenas se sirven a partir de las ocho y media, siendo las nueve y media la hora normal para sentarse a la mesa.
Segunda: en una mesa española nunca falta pan recién hecho. Es costumbre comprar pan todos los días, y el pan de ayer se tira.
Tercera: antes de comer hay que poner la mesa: se despeja la mesa, se coloca un mantel, unos vasos, servilletas y cubiertos para cada persona. Esto lo suelen hacer los niños, o, si no los hay, se hace entre todos (incluidos los invitados).
Cuarta: cuando se acaba la comida se sirve un postre (una fruta o un dulce) y un café. Mientras tanto los invitados a menudo ayudan a los anfitriones a recoger los platos.
Quinta: la “sobremesa”. Esta costumbre tan española consiste en que, cuando se han retirado los platos, todos los presentes inician unas largas conversaciones sobre cualquier tema. Se prefieren temas políticos y/o deportivos. Curiosamente, con todo, es poco habitual iniciar una conversación seria mientras se come: lo más normal es esperarse hasta el postre y el café. Esta sobremesa puede alargarse durante horas. En las reuniones más extensas la comida se enlaza directamente con la cena, ¡tanto llega a durar! En muchas ocasiones, sin embargo, la sobremesa puede acabar mal cuando quienes se reúnen no se llevan bien. Esto suele ocurrir en las muy “temidas” cenas de Nochebuena, donde es casi obligación reunirse en familia.